Cuando una empresa desperdicia el potencial de la mitad de sus trabajadores no dudamos ni un momento en afirmar que se trata de una decisión estúpida y poco inteligente para el futuro de la compañía. Ahora sólo falta aplicar el mismo criterio para calificar a nuestra sociedad de ‘poco inteligente‘, siendo generosos, por desaprovechar el potencial del colectivo femenino para impulsar nuestras empresas e instituciones.
Por desgracia, sigue siendo noticia el aumento de la brecha salarial entre hombres y mujeres en España, al tiempo que nos regocijamos porque la presencia de mujeres en Consejos de Administración de las empresas presentes en Bolsa se acerca ya al 17%. Un conjunto de noticias relativas a las mujeres que denotan la falta de normalidad que rodea al colectivo femenino en condiciones de absoluta igualdad con los hombres.
Es verdad que en las últimas décadas se ha avanzado mucho en las políticas de igualdad, pero se trata de un cambio de mentalidad que no se puede demorar. La situación económica y social es suficientemente grave como para no poder esperar ni un minuto más en la necesaria rebelión de la mujer para que, por fin y no sólo teóricamente, se integre como parte importante en la toma de decisiones y sea uno de los motores que necesita la sociedad para impulsar la salida de la crisis.
Y no se trata de un feminismo pasado de moda, sino que ya es una cuestión de justicia social y, sobre todo, de inteligencia, el hecho de aprovechar las capacidades de todos y todas para arrimar el hombro juntos y salir de esta difícil situación.
